Pero vamos a lo que vamos: la música como arte, y junto al cine o la literatura, muchas veces sirve para abstraer la mente del hombre. Conduciendo frenéticamente las conciencias entre los contundentes acordes del punk-hardcore o dejándolas fluir entre las deliciosas melodías de Dvořák, la música es vehículo de ideas y sentimientos. El ritmo puede elevar al ser humano hacia diversas cimas espirituales. Pero, desde los Rastafaris jamaicanos hasta los punks de Euskadi, se ha recurrido siempre a los narcóticos, los alucinógenos, y las drogas en general para alcanzar esos “estados elevados” de conciencia.

Así que quiero empezar esta serie hablando de los archiconocidos Rastas, la música reggae y la marihuana. Todos conocemos el reggae, o al menos lo hemos oído mencionar en los 40 principales a modo de curiosidad musical, después de que a algún artista en mayúsculas se le ocurra excretar una canción que diga que se parece o versiona el ritmo de los Wailers.
Una melodía llevada a los oídos de medio mundo de la mano de Bob Marley, convertido en icono cultural tras su muerte. La relación existente entre la marihuana y el reggae se debe a la religión Rastafari, profesada por Marley además de otros cantantes y celebridades provenientes de los estratos más pobres de Jamaica. Los rastas usan marihuana (o ganja, como ellos la llaman) como ayuda para la oración y la meditación, como los sahumerios de incienso que se queman en las iglesias católicas y que ayudan a las ancianas a alcanzar el éxtasis divino a través de lo que ellas creen que es el dulce olor de Dios. Para los rastafaris la marihuana, de manera parecida al caso de las señoras mayores en éxtasis, no es más que un método de acercamiento a su divinidad, a la que llaman Jah.

No obstante, como en todo, nunca hay que generalizar cuando decimos que los rastas y los cantantes de reggae son todos unos fumones. Tal es el caso de Lucky Dube, cantante de reggae nacido en Sudáfrica y trágicamente asesinado en 2007. Dube, al contrario que sus homólogos, ya que llegó a ser referente del género con 21 discos publicados, nunca fumó yerba, tampoco consumió nunca alcohol ni ningún tipo de droga; y esto último de ningún modo le hacía peor músico, aquí está la prueba.
Por ello, ahora y siempre, muchas letras de reggae han defendido la legalización de la marihuana (tradicionalmente prohibida en Jamaica), además de otros muchos temas de índole social-reivindicativa. Y lo cierto es que, a pesar de que mucha gente lo desapruebe, ver ascender bocanadas de humo entre los acompasados ritmos del reggae, (jocosos y somnolientos a la vez) puede llegar a ser un auténtico placer digno del mismísimo Epicuro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario